domingo, 12 de julio de 2009

Lucy in the sky with diamonds

En off:"Lucy in the sky... with Diamonds..."

Gordito: ¿Sabías cómo se hizo esa canción?

Yo:
Eh... No. ¿Cómo?

Gordito:
El tipo tenía una hija chiquita, y bonita, que le gustaba dibujar. Y un día se estaba dibujando a ella flotando. Flotaba en un cielo. Y el papá le preguntó. ¿Quién es? Lucy. ¿Qué hace? Está en el cielo. ¿Y qué son esas cosas? Diamantes! Un cielo de diamantes!

Yo-mirada de notecreoniunpoco-: De verdad?

Gordito: ¿Me ves capaz de mentirta?

Yo:...

Gordito:
Que guacha!

Yo: Viiictooooor...! Es cierto que el tipo tenía una hija chiquita (...)

Conclusión: Soy asquerosamente crédula. Me la había terminado creyendo xDD

martes, 2 de junio de 2009

Un oso polar

Invierno, invierno. Junio trae al invierno. Y yo soy un oso polar.

Medias can-can, medias cortas, botas, pantalon, polera, poulover o buzo, otra camperita, una camperota, un gorrito, bufanda, y guantes.

Y para peor, dulces. Ay, estos antojos invernales! Más la pachorra, el frío en la cintura... ¿No dan ganas de quedarse todo el día en la camita?

Sisis, la Gaby hiperactiva, se transformó en ni más ni menos... Que en un osito polar.

miércoles, 27 de mayo de 2009

Garabatos

No hay nada más horrible...

...les juro. No hay nada, pero nada más horrible en el mundo entero...

...¿lo digo?



Dudo si rebelar o no, este gran y enorme secreto. Sería como que Aquiles gritara que le den al tobillo.

Si, lo digo.

Una hoja en blanco.

Si, la hoja en blanco da miedo.

Pero ese miedo es un miedo dulce. Hay miedos dulces, y miedos amargos.

El miedo a la hoja en blanco en dulce. Dulcísimo. Casi como una adicción. Es solo verla, temblar un minuto ante su alba inmaculez, y luego, como si viniera de un soplo o de un susurro, las palabras salen. Palabras largas, cortas, grandes o pequeñas, formando oraciones con sentido real o irreal. Irreal porque en realidad las palabras son un reflejo de nuestra realidad, son el espejo y la idea de lo que pensamos... ¿Mímesis? ¿Un mundo ideal, formado por espejos?

¿Qué pensamos? Pensar es reflexionar y, a veces, es genial ver la vida sin mirarle el lado pensativo. ¿Pensativo? Volviendo a las palabras, esa es irreal. No existe. O, mejor dicho. Existe para mi.

Porque cada persona tiene su mundo, su lenguaje, su vida, y su sentir.

martes, 26 de mayo de 2009

Un príncipe azul

Es como curar las viejas heridas que el tiempo y las huellas del camino generan en el corazón.
Es como un bálsamo de alivio y paz a las tormentas de los últimos meses.

Y soy feliz de ser tu novia. Que todo salga bien. Todo va a salir bien. Porque te quiero.

Y me gusta verte, y reirnos de cosas con o sin importancia. Y secretearnos, y contarnos cosas, y ver el sol, y la noche...

Y hasta que te ofrezcas para que te saque sangre y haga mis prácticas en vos... No, tranquilo, no lo voy a hacer.

¿Qué es esto que siento que me día a día me está dando vuelta el mundo, poniendo todo de cabeza abajo...?

Se lo que es. Pero mis labios no saben como expresartelo.

-.-

Prometo que el en breves el blog va a dejar el contenido rosa para volver a cuentos y cartas y cosas más chistosas... Solo que no puedo dejar pasar algo tan lindo como esto que me está pasando =)

sábado, 23 de mayo de 2009

Todo lo que necesitas, es amor...

And all you need is love... love...

Amo tener parciales, si luego el día termina así.
Pude soltar lo que tenía en la lengua hace días... Estar juntos, abrazados, sin importar la hora.
Me devolviste la sonrisa que los baldazos helados me estaban robando.

Aunque no lo leas, (no me decido a pasarte aún mi blog), este comentario rosa y cursi te lo dedico.

A vos, pollerudo. Mi pollerudo.

Te quiero.-

viernes, 22 de mayo de 2009

Algo

Hay algo que te quiero decir y no me animo.
Yo se que puede ser el miedo a que me digas que no,
pero hay algo en tu forma de mirar
que me lo dice todo sin hablar.
Hay algo que te quiero decir y no me animo.

Hay algo que te quiero decir y no me animo..
Te quiero aunque me guardes en silencio,
te quiero aunque me digas que no es cierto,
te quiero aunque no hablemos nunca de este amor,
pero hay algo en tu forma de mirar que me lo dice todo sin hablar.
Hay algo que te quiero decir y no me animo.....

martes, 19 de mayo de 2009

Señor, está saliendo del sistema

Da gracia ver el movimiento diario de las masas porteñas. Gente que camina en silencio, leyendo, estudiando, escuchando música, preferentemente, manteniento el mínimo de contacto con el que tiene al lado.

Es curioso ver como la gente en la vorágine de las actividades diarias, se olvida de mirar al cielo dos segundos. ¿Alguien notó que a la bandera del Obelisco, esa que estaba toda remendada, ya no la hizan más? ¿O que son gorriones los pájaros que circundan la 9 de Julio, además de las ultra re conocidas palomas?

Nah.

Hace poco leí un cuento dónde un tipo silbaba en un bondi. Solo eso. Silbaba. Y la gente, por verlo silbar, lo hizo bajar.

Señor, usted que silba entorpeciendo el autismo diario.
A usted señor, le digo:

Está fuera del sistema.


-.-
Punto aparte, mañana tengo parcial de química y muero de los nervios. No hay chocolate ni café que afloje la mano.

miércoles, 29 de abril de 2009

Ciclotímica

Yo no soy ciclotímica. Bueno, quizás, un poco. O si, No, mejor no.

Ya, hablando en serio. ¿Qué sucede cuando la burbuja de aire en tu pecho crece y crece hasta tener un volúmen incontrolable? ¿Qué de tanta dicha sentís que vas a salir volando?

Tuve la mejor clase de matemática de mi vida. O mejor dicho, no tuve la clase de matemática y el sol la transformó en mi mejor no clase. Salí a correr con la perra, mandados, tareas...

Y se me vino encima el balde de agua helada. Veinte litros con cubitos de hielo que me bajaron a la triste realidad.

OH, basta! Yo solo quiero reir. ¿Tan dificil es comprender?

Y después dicen que soy ciclotímica. Nah... El mundo me hace virar mi humor a un giro de 180º. Pero, por qué pese a todo, los llantos, las risas, los estudios y los disgutos...

... ¿tengo tu rostro grabado en la pupila?

.-

miércoles, 22 de abril de 2009

Pinturita callejera

Cuesta arriba cuesta abajo
cuesta creer que no se puede cambiar.
Cuesta ver una laguna en el mar


El mundo naturalmente toma un orden. Aparentemente el equilibrio vuelve.
Y en medio del pandemónium del primer cuatrimestre del año, mi vida toma un respiro.
¿Yo...?
Feliz. Simple y sencillamente feliz.
Que el resto, venga solo.

Y quizás sea egoista estar bien conmigo misma en medio de un calvario. Pero, ¿qué puedo hacer? Prefiero alegrar al mundo con una sonrisa.
Que el resto... Venga solo. Disfruto del sol otoñal, esperando que el invierno traiga buenas y nuevas noticias.

viernes, 17 de abril de 2009

La Rosa

La rosa grita en silencio que su condena acabe pronto. La rosa sangra lágrimas silenciosas, que se mezclan cada noche con el eterno rocío. La rosa vive en el anonimato del transcurrir de los días solitarios.

¿Por qué cuando sientes que lo estás por perder todo... un pequeño haz de luz surge de la tormenta? ¿Por qué cuando vas cayendo, alguien toma tu mano acariciando tu corazón con una suave caricia? ¿Por qué cuando crees que no hay aire en tus pulmones, alguien te empuja hacia la superficie...?

Rosa, no te rindas. Pequeña rosa, pelea. Que tus espinas sean los puñales que han de temer tus enemigos, y la admiración de tus amigos.

Si el mundo te da la espalda, pateale el culo. ¿Típico, no?

La rosa aguarda la primavera. Duerme su letargo invernal, esperando florecer.


Escogiendo caminos. Aguardando oportunidades. Con la frente en alto, sonriendole al gélido día soleado.

martes, 7 de abril de 2009

La bestia

En la oscuridad de la noche habita una bestia que acecha pacientemente a los incautos que osan enfrentarla.
Paciencia calculadora, ojos felinos, habilidad extrema para aniquilar en un parpadeo.
Primero está, ahora ha desaparecido. La bestia mengua su poder con la aparición en escena del astro solar.
Vuelve a su guarida en el corazón de cada hombre.

Esperando un nuevo anochecer, un nuevo renacer en el manto de la oscuridad. Cada noche es una nueva oportunidad para salir de aquella prisión que la mantiene durmiente durante el día. Escapa del corazón del hombre, se transforma en monstruo, aspecto oscuro y amorfo. Inunda sus sueños de desesperanza, elige sus víctimas al azar. Su alimento son los sueños de los yacientes, las alegrías resguardadas en el subconsciente.

Se llama pesadilla, pero eso solo en la jerga. El que supo su real nombre, no vivió para contarlo.

martes, 31 de marzo de 2009

El cantobar (parte I)

Sábado a la noche. Ganas de salir, de disfrutar, de pasarla bien, de festejar el inicio de la uni. Ok, no, eso no. Dejemoslo en ganas de salir.

El plan estaba fijado. Un cantobar. Reirnos bastante, aullar un poquito, comer, y volver a reirnos.

Las chicas quedaron en juntarse a las 11 de la noche. La idea era invitar a todo el que viniera salir, así que de ser el grupito de siempre, pasamos a ser más de 10.

Llegué tarde. Bastante tarde. Y yo había organizado. Perdemos un 130, y nos pasamos 40 minutos esperando otro. Una de mis amigas sabía 100% donde bajarse. Sabía.

Gaby: "Aye, ¿todo bien? ¿Falta mucho?"
Aye: "Se, Gaby, es al 1600."

Nos bajamos. Caminamos unas cuadras en la dirección que Aye decía. Miramos una vez, dos, tres, mil. No lo podíamos creer. ¡¡ESTÁBAMOS EN MAIPU!!

Puteadas, risas, golpes. A mi celular llegaban los llamados de los que ya estaban en el cantobar. Comenzamos a caminar, según las cuentas no tenían que ser más de 15 cuadras...

Cuando íbamos por la cuadra veinte-mil-sin-parar-de-caminar pasa en el auto la mamá de Caro. Al mejor estilo "El boliche de Edgard los nueve que eramos nos metimos hasta un poco más en el baúl.

Llegamos al cantobar. Y vino la pregunta menos esperada.

Patovica amargo: ¿DNI?
Gaby: Ehh... Bancame un toque.

No soy menor. Pero habían un par a los que le faltan meses, días y horas para cumplir los benditosseandiesciochoaños.

Gaby:
Mira, acá lo tenemos, pero ellas dos se lo olvidaron...
Patovica amargo:Sin DNI, no hay entrada.


Diganlo, vamos. Eso fue muy poco creíble. MUY POCO creíble.

sábado, 28 de marzo de 2009

Estreno

Año nuevo, etapa nueva. Un lavado general de cara.

Adiós secundario, hola al largo y arduo camino para terminar con mi título de doctora en la mano. Empiezan las trasnochadas, los apuros, estudiar, los insultos, el café (oh... café...) y tantas cosas más que se materializan el primer dia en que nos encontramos ante el edificio de la facultad con cara de no-se-que-hago-acá.

Se. Hoy fue un día de estreno. Estreno de zapatos y remera. Estreno de cuadernos, calculadora, agenda, birome... Estreno, simplemente un estreno.

Llegué tarde (para variar). Subiendo a los pedos los escalones del pabellón de exactas, mi mamá gritando, emocionada. Y sacando fotos...

Llego al atrio central. El número de aula había volado de mi mente. Y no. No lo había anotado. Un pibe, también nuevo, me dice 211. No tenía idea, pero voy con él. Al menos era química y era el pabellón correcto. Subo, y veo un número. Era ese! Me asomo al aula. Llena. Busco un lugarcito al fondo, entro apretujada entre la gente y respiro. Torpe, tarde, ¿qué hacía ahí? Me sentía más fuera de lugar que un pingüino en el caribe.

Llega la profesora y empieza la clase. Tiro la cartuchera. Digo dos o tres burradas en un intento de refrescar algo de lo que se supone se del secundario... se supone.

Break! Me acerco a dos chicos, sentados al lado mío. Simpáticos. Para este momento ya tenía más o menos etiquetados algunos rostros. La chica rubia, coqueta... El rollinga, el fachero, el que se las sabía todas...

Con mis dos nuevos compañeros de estudio cambiamos de pabellón. Nos pasean por media universidad hasta dar con matemática. Tarde. Tarde, tardísimo. Delante de ciento y pico de personas el "no encontrabamos el aula" sonó gracioso. Pero bueno, somos primerizos.

Tres horas de limación más tarde, salimos. Pasamos e-mails y voy corriendo a tomar el tren. Me bajo corriendo en mi estación, directo a danza. Me cambio. Cuatro horas más tarde, mis piernas eran gelatina.

No se exactamente como se siente que te den una paliza. Pero lo de hoy, fue lo más cercano.

(Y como buena masoquista, hoy a la noche, salgo.)

lunes, 23 de marzo de 2009

Yo, mi pierna, y mi otro yo

Mundo, lo admito. Soy torpe. Pero no de las torpes que tropiezan con un taco (algo en mi normal). Soy extremadamente torpe. O despistada. O bruta/abrupta. O todo eso junto.

Me llevé autos puestos (destaquemos que los autos estaban frenados, la que estaba en movimiento era esta servidora). Me llevé puestas columnas, postes de luz, perros, personas. Me choqué con un vidrio transparente. Si hay tierra suelta, resbalo. Suelo mojado = Gaby al piso.

¿Será que tengo un imán para los accidentes? Tres veces al año (o más), termino en la parte de traumatología del hospital. Esguinces, torceduras, desgarros, dezplazamiento de huesos (si, duele) y Dios sabe que más. Extrañamente, en mi contado de accidentes (dónde hay más cortes y cicatrices que otra cosa) no hay ninguna quebradura. Éxito.

Es que, ¡vamos! Hace solo tres semanas que comenzó el ciclo lectivo en danza. ¡SOLO TRES SEMANAS! ¿Cómo hace una persona para lesionarse ya en tres semanas?

Si, señores. Igualitamente al año pasado, me lesioné. Adiós barra y movimientos jodidos para mi de acá a tiempo indeterminado.

O al menos todo lo que involucre mover el fucking aductor de la pierna izquierda.

miércoles, 18 de marzo de 2009

Música

Chico x: ¿Y qué hacés de tu vida?

Gaby: De todo... Pero amo la música.

Si, amo la música. Seis letras que encierran un idioma. Un sentimiento. La viola, la batería, flauta, violín, piano, castañuelas, chinchines... Lenguajes, miles de lenguajes.
Y aún así, un solo significado. O miles. Todo depende lo que queramos expresar.

¿Quién no escuchó la canción justa del momento justo?

Los pasos al caminar tienen un ritmo. La vida en si misma está marcada por un ritmo, por un palpitar más allá del corazón de los seres vivos... La música es vida. Y la vida es amor...

Amor..., sos vos.

sábado, 14 de marzo de 2009

Despierta (parte III)

-¡¡¡¡NO!!!!
Una gota de sudor cayó de su nariz hacia las sábanas. Eso había sido demasiado. Con una mano temblorosa, que tardó en reconocer como suya, prendió el velador de la mesita de noche. Sus ojos miraron cautelosos el lugar. Estaba en su cama, en su habitación, en su casa. Las cortinas y persianas estaban cerradas, casi no había ruidos, sacando el ulular del viento. Miró la hora: 1.25 a.m. No había dormido aún ni media hora, o eso creía… Ciertamente ya no estaba segura de nada. ¿Sería eso realidad? La calle, la playa… Imágenes demasiado reales y consistentes, pero al mismo tiempo increíbles.
Se levantó y bajó sigilosa por las escaleras, en dirección a la cocina. Todos dormían y la lluvia amenazaba con sendas nubes y rayos que se veían a lo lejos. Se sirvió un vaso de agua y bebió tranquila, mientras veía ya las primeras gotas de agua caer tras la ventana. Cerró los ojos, y sonrió al sentirse libre fuera del sueño, estar nuevamente en su realidad. Sintió como su gato pasaba junto a su pie descalzo, generándole un suave cosquilleo. Bajó la cabeza siguiendo el rumbo del felino. Vio como su silueta salía al patio delantero por una ventanita que dejaban siempre abierta para que entrara aire, y cómo se internaba lentamente en la noche.
Dejó el vaso sobre la mesa, tomó sus llaves y lo siguió. Michifuz, su pequeño gato, nunca salía de la casa. Sofía fue hasta la calle y al asomarse a la vereda, vio como el travieso gato la miraba desde la esquina de enfrente, sonriendo, diría. Se dio vuelta y comenzó a correr. Sofía no lo dudó, y salió en busca de él, corriendo, mientras la lluvia caía rauda sobre la ciudad de Buenos Aires.

FIN

jueves, 12 de marzo de 2009

Despierta (parte II)

-No… Ayuda… - Sofía murmuraba en sueños, aterrada. Pedía ayuda, se giraba y estiraba los brazos como queriendo aferrarse a un salvavidas invisible.
Inevitablemente, al girarse hacia la izquierda, le dio un ligero puñetazo a la chica que dormía a su lado, morocha, de rasgos aindiados y que junto a otra que dormía más allá, eran sus compañeras de tienda de campaña desde el inicio de la expedición.
-Sofía… No fastidies, por favor. Que aún no es hora de levantarse… -respondió Clara, entre molesta y soñolienta, devolviéndole el “gesto” con otro coscorrón. En esos días de la Ruta Quetzal, todo se vivía espontáneamente, disfrutando del ahora, del presente. Hasta a los detalles menos agradables, como dormir poco, se les buscaba el lado bueno, compartiendo sonrisas, sacándole el jugo a todas las experiencias. Así, su amiga había tomado el primer puñetazo como una forma entretenida de despertarlas antes del alba, para ver nacer al sol.
Pero no era tan así. Sofía no reaccionó a la devolución de su amiga. Seguía repitiendo la misma frase, ahogándose. Clara se sentó sobre su saco de dormir y la miró fijamente por unos instantes, comprobando que no era un chiste; era real. Con cautela, primero con cuidado, intentó despertarla, pero no lograba hacer que abriera sus ojos. Ya sin tapujos la zamarreó, asustada, intentando sacarla de aquel mundo de sombras en el que se había transformado su sueño.
Cuando estaba decidida a buscar ayuda, y despertar a Camila y al resto, sintió como la presión de los brazos de Sofía disminuía bajo sus brazos, para que dos segundos más tarde, se incorporara sobresaltada, abriendo los ojos de par en par y respirando a grandes bocanadas.
-¿Dónde estoy? –preguntó dudosa, cerrando los ojos, y frotándose la garganta, mientras su respiración se acompasaba lentamente.
-En el mismo lugar que ayer, y en el mismo en qué estaremos mañana. Ya pasado partimos hacia España, Sofi. –acotó Camila, desde su hueco.
-Lo siento, chicas… -a Sofía no le salía la voz-. Es que fue una pesadilla… Tan real.
-Vamos, cariño. Ya pasó. Intenta dormir un poco más, antes que venga el señor Luna a despertarnos. -murmuró Clara, la peruana, de acento gracioso, mirada alegre y tono optimista.
Sofía intentó seguir el consejo. Respirar, no pensar. Respirar, no pensar. Respirar… Una chica corría por la ciudad… ¡NO!

El sol estaba ya deslumbrante, cuando ella salió de la tienda. Había olvidado lo hermoso que era el campamento rutero… Al menos cien tiendas de campaña estaban distribuidas sobre la arena entre palmeras, en una playa cercana a Cancún, México. Todas las puertas de las tiendas daban de frente al mar, y el poder observar el sol matutino sobre las apacibles aguas caribeñas, era un lujo del cuál no muchos podían presumir.
Caminó unos pasos, sintiendo bajo sus pies descalzos la arena tibia, suave. Instintivamente, se miró la planta, sin encontrar ninguna herida.
“Sólo fue un sueño”, se repitió por vigésima vez. Las visiones de su sueño la persiguieron durante el desayuno y la mitad de la mañana. Por suerte, pudo estar lo suficientemente atenta a la conferencia acerca de Cristóbal Colón y su cuarto viaje.

El mediodía pasó sin más hechos destacables, y por la tarde, llegó el momento que muchos esperaban: tiempo libre. Todos los ruteros, fueron como en ola a buscar sus respectivos snorkels para poder bucear en las cristalinas aguas, observar pececillos de colores y con suerte, alguna tortuga marina; siempre supervisados por los monitores y jefes de campamento.
Sofía no quiso ir a buscarlo y se metió en el agua nadando de a trechos, caminando en otros, hasta llegar a un sitio del cuál ya no hacía pie. Buena nadadora, se tiró de espaldas a mirar el azul del cielo, haciendo la plancha, intentando no pensar… Dándose vuelta y flotando, miró hacia tierra firme, en busca del campamento. No le gustó notar que la marea la había ido arrastrando lentamente y que ahora estaba bastante lejos del cuidado y resguardo de la expedición.
Intentando tomarlo más como una tontería, que como un motivo para ponerse nerviosa, comenzó a nadar rápidamente hacia la orilla, ocultando su miedo tras la excusa de no querer recibir un castigo por alejarse.
-Ya casi… -murmuró al saberse cerca de donde había partido. En nada ya estaría en la orilla, y ya no tendría que temer. ¿Temer? No debía tenerle miedo al agua…
Pataleando, sintió la fuerza de una corriente de agua que la arrastró un poco para atrás, y que no había sido generada por ella. Como un animal al cual sus instintos le advirtieron demasiado tarde del peligro, comenzó a sacudir piernas y brazos intentando llegar lo más rápido posible al suelo… Pero cada brazada, la arrastraba medio metro mar adentro alejándose de la orilla. Ya no estaba asustada, estaba aterrada. La desesperación y el cansancio comenzaron a colmarla. Le dolían las piernas, sus brazos se cansaban, no podría seguir mucho tiempo más. Quiso gritar, pedir ayuda, pero ya no tenía voz, no le quedaba aliento. Paró, dejó de forcejear contra la corriente y todo se calmó, tan repentino como había comenzado. Cuando intentó pedir socorro, sintió como alguien tiraba de su tobillo hacia abajo, hundiéndola en las profundidades, alejándola del sol, la luz y el aire…

Continuará...

martes, 10 de marzo de 2009

Silencio

Un grito mudo, nada más sencillo que una lágrima rodando por el monte de la mejilla. Un dolor en el pecho que de puntada a puntada corta el aire mísero que atraviesa los pulmones vacíos.

Vacíos de vida, de ilusiones. Eres una sombra entre tantas otras sombras, perdido en ese zoológico humano que diariamente realiza su rutina inmerso en la gran inconsciencia del anonimato. Rostros que no miran, sonrisas que no llegan.

Con ganas de dejar el pasado atrás, de pintarte una máscara que te de nueva identidad. Buscando tu camino, haciendo oídos sordos al eco del ruido.

lunes, 9 de marzo de 2009

Despierta (parte I)

Escrito a la luz de las velas. Los cortes de luz son productivos...

Despierta, despierta. ¿Realidad o fantasía? ¿Cuál es el hilo que separa a nuestros sueños de nuestras pesadillas?

La lluvia caía rauda en la ciudad. Sólo un alma las recorría, sigilosa como fantasma, veloz como un animal. Ella corría sin saber por qué, sin saber hacia dónde ir. Lo único que sentía era una corazonada en su pecho, ella debía ir hacia algún lugar de la ciudad.

Intentó apresurar la marcha. De repente, un fuerte dolor en la planta del pie la hizo detenerse y sacar la mirada del frente. Sin querer, había pisado una piedra puntiaguda que le había generado una herida demasiado grande en el pie. La sangre fluía, pero extrañamente, ella no sentía dolor alguno. Más grande fue su sorpresa al caer en la cuenta de que estaba descalza y de que había corrido mucho más de lo que se creía capaz, sin agotar aún sus fuerzas.

Así, indecisa, se atrevió a fijarse en su entorno. Ya no estaba en aquel apacible barrio de calles cortas y de entonada familiaridad. Siendo sincera consigo misma, no tenía idea de dónde estaba. Un escalofrío recorrió su espina dorsal, como una gota de helado sudor, al pensar en el extraño parecido de las ventanas y puertas de aquellos edificios prácticamente en ruinas, con ojos terroríficos, vacíos, apuntando a la nada y observando todo con recelo, pero al mismo tiempo generando una pegajosa atracción.

Por unos instantes estuvo observando el vacío de esa mirada, cuando lo sintió. Se sintió observada, vigilada, incluso indefensa ante tanta soledad. Despacio, se dio vuelta esperando ver al que la perseguía. Nada. Sólo un arbusto, el viento alborotando las ramas de un árbol cercano y la lluvia, siempre presente. Pero allí, no había nadie. Simplemente estaban ella y la soledad de esa fría y lluviosa noche de otoño.

“Sofi, te estas volviendo paranoica”, pensó mientras una fugaz sonrisa ingenua cruzaba su rostro. Un sobresalto la hizo volver a esa realidad. Ya había perdido demasiado tiempo como para ponerse a investigar que podía haber en el interior de esas casas en ruinas, o quién o qué sería lo que la perseguía. Ella debía continuar, seguir siempre adelante. Intentar llegar al lugar al que se dirigía.

Se dio vuelta despacio, dispuesta a seguir persiguiendo ese llamado, enfilándose hacia la dirección que su instinto le indicaba. Ya sin temor, dio un paso firme, seguro. Dio un paso que quedaría en el vacío, que nunca tocaría el suelo. Sus ojos se abrieron de par en par, y el temor anterior la invadió completamente. Alcanzó a lanzar un grito ahogado al sentir como su pie pisaba el vacío, y ver como la oscuridad la cubría hasta ahogarla.

Continuará...


Julio 2007

domingo, 8 de marzo de 2009

El inicio no iniciado

Siempre, pero siempre. A todos nos llega el día de dejar atrás esa etapa de la vida que muchos describen como la mejor. No se si es tan así... Pero que te marca para siempre, es un hecho. Adiós secundario. Primer inicio de clases no iniciado.

Aquella mañana, fuí consciente por primera vez de la rutina que me rodeaba. Levantarse seis y media, vestirse medio dormida, lavarse los dientes y la cara, desayunar. Apremiar a mi hermano para que apure el paso y salir casi corriendo para llegar con el toque del timbre.
El sol alumbraba por la ventana, a medida que los pensamientos inundaban mi mente. La rutina no sería nunca más lo que era. Adiós a buscar en el cajón dos medias medianamente parecidas (pedir que fueran iguales era casi un milagro), a la remera del colegio, la incómoda pollera... Era la mañana del último día de clases.
La consciencia del día me fue tomando por sorpresa a medida que las horas pasaban. Todos tomaban fotos, firmaban remeras. La hora de volver a casa, llegó mucho más rápido de lo que había sido en todo el año. Algunas lágrimas tímidas asomaron a los ojos de muchos, mientras mirabamos por última vez aquellos pasillos, ahora vacíos, en los que la infancia había transcurrido de manera paulatina. Detuve mis ojos en mis viejas maestras, en su momento recién recibidas, ahora más experimentadas y quizás con menos paciencia que 10 años atrás.
Incluso las secretarias, las señoras de la limpieza... El patio lleno de nuevos chicos que jugaban aprovechando al máximo el recreo. Hasta el último minuto, el último segundo. Mirando ansiosos la hora para volver a casa, comer y salir a jugar.
Ese último día, miraba el reloj con miedo. El tiempo no tuvo piedad, y la hora llegó. Los recuerdos inundaron mi alma, las lágrimas los ojos. Felicidad por terminar lo que hacía tiempo deseaba, tristeza por dejar lo conocido... ¿miedo a crecer? Tal vez.
Miré a mis compañeros de clase, mis amigos... Aquellos con los que compartía mi vida gran parte del año. Aquellos con los que lloré, reí, me peleé y me volví a amigar. Aquellas personas con las que crecí, pensé, sentí...

El tiempo se nos había ido de las manos. Era hora de decir adiós. Respiré hondo y salí. Hasta siempre susurraron mis labios, conteniendo una lágrima.

jueves, 5 de marzo de 2009

La comunidad del andén

Un pequeño cuento corto.

Miras a tu izquierda y te sorprendes. El tipo sentado a tu lado lleva un sobretodo negro, zapatos oscuros y lustrados, maletín... Oh, si. Parece un empresario. Más que nada por el Rolex de su muñeca.
Miras a tu derecha. Una mujer de unos 40 años lidia con su pequeño niño que le insta a comprarle el último juguete de los Power Ranger no-sabes-cuánto. ¿Típico, no?
Un poco mas allá, casi al final del asiento, hay una pareja de ancianos tomados de la mano. ¿Cuántas personas quisieran llegar a esa edad compartiendo el día a día con alguien...? Sólo basta ver cómo se miran para entender que el amor de esos ojos reflejan años de paciencia, lealtad, companía, respeto... Amor.
Para el final del asiento, pero al otro lado, ves a un joven de tu edad. Auriculares en los oídos, se escucha un eco de Linkin Park. Viste normal, zapatillas, jeans, camiseta manga corta, una mochila entre sus piernas. Masca chicle. ¿Irá a la universidad? Claro. A su lado, reposa un tablero de arquitecto.
Suspiras y piensas en tí misma. Vas con tu impecable traje celeste de médica. Llevas una mochila cómoda sobre la falda y decides mirar distraídamente las hojas del roble de la otra cuadra, que asoman por sobre el techo del andén del frente.
Bajas la vista. Crees ver gorriones, o quizás teros. Los pajarillos rebuscan entre las piedras de las vías, buscando algo que comer. Se apoyan en la reja divisoria, y salen volando para Dios sabe dónde. "¿Sería lindo volar?". Los pensamientos inundan tu mente, mientras vagas entre las pocas nubes de aquel día soleado. ¿Qué se sentirá no pensar, sentir el viento en el rostro, elevarse hasta lo alto libre de todo? ¿Cómo sería vivir de ese otro modo?
El pequeño de tu derecha tropezó y cayó al suelo. Su llanto cortó el hilo de tus divagaciones y vuelves a mirar a tu alrededor. Más personas llegaron, de echo, oyes como los viejitos de más allá charlan con una joven sobre lo retrasado que va el tren.
El muchacho de los auriculares alza la vista y la fija en tus ojos. Son verdes profundos, inteligentes, divertidos. Cómo si dijeran todo y nada al mismo tiempo. Escapas una sonrisita y bajas la vista, algo avergonzada.
Pasan los minutos. La demora se hace notoria. El muchacho se te acerca, preguntándote la hora. 10.35 de la mañana. Llevaban 20 minutos retrasados...
Antes de que te dieras cuenta, estas hablando con él de manera fluída. Se llama Esteban. Lanzas un rápido vistazo y ves que el niño ya no llora. A la charla de la pareja mayor, se sumó el hombre del traje.
De golpe, se escuchan las bocinas de la barrera. Todos se incorporan, como levantados por un imán y se acercan al borde del andén. Con un estruendo, el tren se detiene y todos suben.
La comunidad estaba disuelta. Ya nadie hablaba con nadie, y todos volvían a ser para ti tan extraños como lo habían sido al principio. La señora del niño se sube a otro vagón.
Pero el muchacho de ojos verdes te sigue. Le miras a los ojos y sonríes.
"Oh, no. No todo se disolvió".

miércoles, 4 de marzo de 2009

Mami, mamá, mamasa. mamita...

Que nadie se atreva,
A tocar a mi vieja,
Porque mi vieja,
ES LO MÁS GRANDE QUE HAY!


CARTA PARA MIS HIJOS EN EL DIA DE LA MADRE:

Las mamás no somos abnegadas, amantes del sacrifico y aguerridas guerreras
que todo lo pueden.

Las mamás lloramos abrazadas a las almohadas cuando nadie nos ve, pedimos
la Peridural en el parto e insultamos en 17 idiomas cuando tenemos que
poner el despertador a las 2 de la mañana para ir a buscarlos a una
fiesta.

Cuando les decimos que no se peleen con ese compañerito que les dice
"enanos" o "cuatro ojos", y les damos toda clase de explicaciones
conciliatorias, en realidad querríamos tener el cuellito del pequeño
verdugo entre nuestras manos, y también pensamos que "la bruja de
Geografía" es un mal bicho cuando les baja la nota porque no saben
cuántos metros mide el Aconcagua que, al final, a quién le importa, pero
no lo podemos decir.

No es que nos encante pasarnos horas en la cocina tratando de que el
pescado no tenga gusto a pescado y disimulando las verduras en toda clase
de brebajes en lugar de una hamburguesa a la plancha, es que tenemos miedo
de que no crezcan como se debe.
No es que nos preocupe realmente que se pongan o no un saquito, es que
tenemos miedo que se enfermen.

No es que los queramos más cuando se bañan, es que no queremos que nadie
les diga "sucio". Por eso, también, cargamos cuatro veces el lavarropa, la
última vez a la doce de la noche, para que la remera de gimnasia esté
impecable y las zapatillas más blancas que cuando las estrenaron.

No lo hacemos por Uds.
Lo hacemos por nosotras.

Porque ser mamá no tiene que ver con embarazos, pañales y sonrisas de
aspirinetas. Tiene que ver con querer a alguien más que a una misma.

Con ser capaz de cualquier cosa con tal de que ustedes no sufran. NADA,
nunca, jamás.
Ustedes nos hacen felices.
Cuando les encantan nuestras milanesas.
Cuando nos consideran sabias por contestar todas las preguntas de los
concursos de la tele. Cuando vienen llorando a gritos porque se rasparon
la rodilla y nos dan la posibilidad de darles consuelo y curitas.

Ustedes nos hacen mejores.
Nos dan ganas y fuerzas.
Nos comeríamos un gurka crudo antes de que les toque un dedito del pie.
Nos lavamos la cara y salimos del baño con una sonrisa de oreja a oreja
para hacerles saber que la vida es buena, aunque nos vaya pésimo.

Cantamos las canciones de Piñón Fijo y vemos los Roldán o Son Amores y
escuchamos a Los Piojos y compramos Nopucid y repasamos 500 veces la tabla
del 7 y arreglamos el carburador para llevarlos a fútbol.

Y armamos 24 bolsitas con anillitos y pulseritas y tratamos de que la
torta parezca un Pokemón o una Barbie.
Y nos buscamos otro trabajo y sacamos créditos y nos compramos libros y
vamos al psiquiatra y al pediatra y a los videojuegos y hablamos con los
maestros y los acreedores y recortamos figuritas y nos ponemos lindas y
nos enojamos y nos reímos y nos salimos de quicio y ...
VERLOS FELICES ES LO QUE NOS HACE FELICES.

Por todo eso.
Ojalá pudiéramos pegar el mundo con cinta Scotch (como el velador que cayó
en combate en la ultima guerra de pijamas party), para que fuera un lugar
mejor para Ustedes.
GRACIAS POR SER SU MAMÁ.
GRACIAS POR HACERME TAN IMPORTANTE.

Gracias porque esos cuadritos o porta retratos que hacen en el colegio con
corchitos y escarbadientes y que casi nunca entiendo para qué sirven pero
guardo religiosamente porque me van a servir para justificar casi todo.

Junto con los abrazos, los besos, las lágrimas, los dientes de leche, las
cartitas, el Amoxidal de tantas noches sin dormir, las estampitas de la
Primera Comunión, los boletines y las fotos de la primaria son mis mejores
medallas.
Gracias porque LOS AMO.
Y ese amor me hace grande y mejor.

(Lo demás, es marketing).


Y el que no se haya emocionado con esto, que arroje la primera piedra.

domingo, 1 de marzo de 2009

Carta

Querido lector,

Heme aquí, luego de darle vueltas al asunto por unas dos semanas. La idea revoloteaba a mi alrededor como una mariposa, se acercaba, se alejaba. Y finalmente aquí me tienes, escribiendo sin saber muy bien qué esta primer entrada.

Todos llevamos en la cabeza millones de recuerdos. Risas y lágrimas acumuladas. Polvo y barro en las zapatillas, esas que cuánto más gastadas, más cómodas. El blog por ahora no va a tener otro objetivo más que ese: compartir recuerdos, reflexiones, momentos, alegrías... La vida es una caja de pandora, ¿qué puede haber a la vuelta de la esquina?
De aquí el nombre del blog. Pasé por muchos, Cajita de Pandora, Polvo Acumulado, Punto y Aparte... Todos no disponibles. De modo que tomé en mi humilde poseción a los recuerdos abandonados.
Recuerdos perdidos.
Recuerdos altamente recordados.
Recuerdos que están para recordarnos no olvidar vivir.
Recuerdos que nos hacen rabiar. ¿Por qué es tan dificil?

Arriba el ánimo! Si no fuera dificil, no sería divertido.

Hasta la próxima entrada, amigo lector.

Gaby.